¿Cómo trabajamos el miedo en la naturaleza?

07/02/2023

El diccionario define la palabra miedo como "una emoción caracterizada por un sentimiento intenso, habitualmente desagradable, provocado por la percepción de un peligro".

Y es que el miedo nos activa la parte más humana primaria que llevamos dentro, la de sobrevivir, poniendo en marcha una serie de reacciones internas que suponen un gasto de energía muy elevado. Pero los seres humanos y los animales vertebrados no somos tan diferentes entre nosotros, ya que reaccionamos al miedo de igual modo: la retirada (huir), la defensa (respuesta de ataque), la inmovilización (quedarse paralizado) y la sumisión.

Un día del trimestre pasado que ya oscurecía más temprano, en la Escuela de Naturalistas* con los niños del grupo, veo que los niños empiezan a estar inquietos. José me dice: ¿podemos volver ya? Y Laura que ha estado atenta a la pregunta empieza a estar intranquila y me da la mano, al igual que Felipe. Los demás todavía dan charla en medio del bosque, pero los primeros, ya tienen ganas de volver. ¿Qué le pasa? En estos bosques no puede haber nada malo que pueda hacerle daño, sólo estamos nosotros, los animales, las plantas… Y piense que los animales tienen más miedo de nosotros que nosotros de ellos. Debemos intentar hacer ruido, y así se irán y no nos asustarán si ésta es la inquietud que tiene. Pero no sirve. Nos agrupamos todos juntos en una única fila e intentamos todavía no abrir las linternas. Hablamos de las estrellas que se ven y que la luna está lo suficientemente grande para iluminarnos el camino de regreso. Pero tampoco me sirve demasiado rato. Deciden abrir las linternas y seguir caminando, cada vez más rápido. Algunos ya empiezan a sufrir e historias inverosímiles les vienen a la cabeza: “¿Y si nos ataca un vampiro y nos muerde con sus dientes afilados? ¿Y si viene el lobo? ¡Está muy oscuro!”. Ahora soy yo la que también tiene miedo. Conseguimos llegar a la masía con penas y trabajos, casi corriente. Ya ha pasado. Hemos encendido la luz.

Quizá alguien pueda pensar que es absurdo que nos haya dado miedo estar en medio del bosque. Pero es que el miedo se alimenta y transcurre/transcúrre de uno a otro muy rápidamente. Las historias que tenían la cabeza no habían sido más que historias de Halloween del fin de semana anterior, y que se habían contado en la escuela. Al principio, no le había dado demasiada importancia, pero a lo largo de los días siguientes, el miedo aún les impedía disfrutar del bosque como hasta ahora habían hecho. Pellizcaba las entrañas, y esto me hace recordar como cuando a veces, el entorno condiciona nuestras reacciones, y el cerebro, en una vez repentino para sobrevivir es capaz de dar el salto mortal atrás para escapar de aquella situación.

Pero, ¿por qué? ¿Qué necesidad debe explicar hechos que no son de verdad para dar miedo a los niños? Desgraciadamente, la realidad de nuestro mundo ya da bastante miedo. Nosotros somos del parecer que el enemigo del miedo es el conocimiento, y que si sentimos miedo debemos aprender a identificarlo y pensar si verdaderamente responde a una amenaza real o imaginada. Debemos bajar el miedo para convertirlo con prudencia, porque éste nos mantendrá alerta velando por nuestra propia supervivencia, pero no nos impedirá continuar adelante.

Los días siguientes nos costó un poco caminar tranquilamente por el bosque al atardecer. Mediante el trabajo de la confianza, la comprensión de los niños y el de volver a sentir el vínculo con la naturaleza, pudimos volver a andar por el bosque pero no de la misma manera, sino que ahora nos enfrentamos a él teniendo la confianza que aunque haya algo que nos dé miedo lo compartimos, identificamos si éste es real o imaginado y miramos cómo hacemos frente.

La naturaleza puede ser una zona segura, de confort, terapéutica y de aprendizaje, o eso creemos nosotros, por eso es tan importante transmitir esto a los niños, compartiros las experiencias y cómo las intentamos trabajar desde este espacio, la Escuela de Naturalistas.