Al mismo tiempo, si observamos pueblos y ciudades, veremos que el tipo de urbanización y la gestión de las zonas abiertas hace que las zonas urbanas sean cada vez menos hospitalarias con la naturaleza y la vida salvaje y en consecuencia también con los humanos, que pierden los beneficios vitales que ofrece el verde urbano. Se ha demostrado el impacto negativo que tiene para la gente de las ciudades la falta de acceso a zonas verdes, y aunque existen muchos proyectos que tienen como objetivo restaurar la biodiversidad de un ecosistema, a menudo se olvida que una zona urbana también es un ecosistema y que mejorar sus espacios públicos puede mejorar la convivencia de personas y animales.
En medio de una pérdida global de naturaleza, encontramos varios ejemplos de ciudades que están encontrando formas de proteger y ampliar los espacios verdes. Varias iniciativas urbanas de renaturalización han demostrado estos beneficios:
- Nueva York ha creado el proyecto Highline, un paseo verde en una antigua línea elevada de tren en el distrito de Manhattan. Este proyecto es un ejemplo de cómo se pueden transformar completamente los espacios sobrantes de las zonas urbanas para conectar personas y naturaleza.
- Desde 2015, el Ayuntamiento de Dublín permite que las flores silvestres autóctonas que antes se consideraban malas hierbas florezcan y hacen siembras en parques urbanos, cunetas de carreteras e incluso cementerios. Han reducido la excesiva frecuencia de desbroces y el uso de pesticidas en los parques y aceras de la carretera como parte de su Plan de Acción por la Biodiversidad.
- En Londres se ha iniciado el proyecto Wild West End con el objetivo de crear 100 metros cuadrados de espacio verde cada 100 metros cuadrados de terreno.
Las iniciativas para renaturalizar zonas urbanas tienen múltiples beneficios: los espacios verdes reducen la sensación de estrés, contrarrestan el calentamiento generado por el asfalto, ayudan a resolver problemas de drenaje de agua ya prevenir inundaciones, además de proporcionar un hogar para animales cercanos. Otras ventajas de las infraestructuras verdes son el aumento de la interacción social y la inclusión, o incluso la mejora de los valores de la propiedad. Pero quizás uno de sus rasgos más valiosos es la capacidad que tienen estos espacios para conectarnos con la naturaleza y hacernos más conscientes de nuestra relación con el entorno.
Los municipios pueden convertirse en hábitats adecuados para una gran variedad de animales y plantas que pueden convivir con la presencia humana sin generar un problema, sino todo lo contrario: los polinizadores aprovechan las zonas ajardinadas que, al tener riego, permiten un período de floración más largo de las plantas. Los murciélagos ayudan a regular el control de insectos, especialmente los mosquitos. Los erizos son grandes devoradores de tornillos y babosas, y pueden ayudar a controlar las plagas del huerto. Las golondrinas y otros pequeños pájaros nos ayudarán a regular la cantidad de insectos de la zona. Las rapaces, con su dieta disminuyen la cantidad de roedores de los espacios urbanos.
La recuperación de zonas urbanas puede incluir la reintroducción de especies vegetales autóctonas, la construcción de parques y zonas verdes, la incorporación de un diseño más biofílico a la hora de construir nuevas estructuras o simplemente permitir que la naturaleza recupere el espacio. En ocasiones la vida salvaje vuelve a las zonas urbanas no porque se hayan creado refugios adecuados, sino sencillamente porque se ha dejado de utilizar algunos productos tóxicos por ellos o se ha cambiado la forma de gestionar los espacios. Carnívoros de talla media como los zorros, los tejones y las jinetas que viven en áreas periurbanas alcanzan unas densidades de población más altas que las que viven en zonas menos cercanas a los municipios. En Inglaterra, algunas especies como los erizos de tierra o algunas ranas, tienen una mayor tasa de supervivencia en jardines urbanos que en zonas agrícolas, ya que esta fauna está sometida a una menor presión por parte de sus depredadores naturales.
Da igual el lugar donde vivas, una ciudad o en medio del campo, que siempre tendrás algo que observar, recuperar o cuidar. De hecho, y por suerte, estamos rodeados de naturaleza y no podemos evitarla aunque lo intentemos. Debemos entender que las personas formamos parte de ella y nuestra propia existencia depende del sistema natural que nos rodea, y por eso es indispensable que lo amamos.